CÁRCEL DE CASEROS
La cárcel de Caseros, un proyecto eterno
Resulta que desde 2001, la cárcel de Caseros se encuentra sin uso y es desde ese momento en el cual empezaron a surgir distintos proyectos. Ninguno de ellos se ha realizado aún. El último de ellos, y el que efectivamente se va a realizar en un futuro es el que corresponde a la refuncionalización de la cárcel, donde se planea mantener la fachada exterior, por ser considerada patrimonio histórico de la ciudad, y construir en su interior un edificio que corresponda al Ministerio de Economía y Finanzas porteño y a la Administración Gubernamental de Ingresos Públicos (AGIP).
El proyecto abarca el desarrollo de un edificio gubernamental mediante la refuncionalización, ampliación, construcción y puesta en valor del predio en el que funcionaba la ex cárcel, además del financiamiento del plan de relocalizaciones. Comprende tres instancias: la restauración de las fachadas de la cárcel, la demolición de sitios sin valor patrimonial relevante y la construcción del nuevo edificio que estará en el interior de las fachadas que se decidieron conservar. Estas obras se llevarán a cabo en la manzana comprendida entre las calles Pichincha, Pasco, Caseros y futura prolongación de la calle Rondeau.
El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, fue quien impulsó esta medida, justificando que a través del proyecto "se busca revitalizar el área, al mismo tiempo que ayuda a descongestionar la zona céntrica de la Ciudad" y agregó que "esta obra no solo ayuda a preservar un patrimonio histórico documental, sino que además colabora con el desarrollo de esta zona en la ciudad".
Sucede que, como toda obra, necesita de su aprobación y de fondos para poder realizarse. A fines del año 2018 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el proyecto. Una vez aprobado, surgió la iniciativa para obtener la autorización, nuevamente por parte de la Legislatura, de tomar 72 millones de dólares como deuda para financiar el proyecto de transformación del edificio, dejando en claro que el plazo de amortización sería de un año. Ante este pedido, la Legislatura porteña autorizó contraer uno o más empréstitos públicos por un monto máximo de hasta la cantidad de dinero mencionada anteriormente.
Luego de la aprobación de la obra y del financiamiento de la misma, desde el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño informaron que las obras deberían arrancar en octubre de 2019, con un final previsto para mediados de 2021. Sin embargo, esto no sucedió, no solo porque la obra está parada sino porque nunca comenzó. Solo se reconstruyó uno de los edificios, en el que se sitúa el Archivo General de la Nación.
Por otro lado, si bien durante los años siguientes a su cierre definitivo en 2001 el edificio se usó en varias ocasiones como set de filmación y fue la empresa quien pagó por su mantenimiento, el predio se encuentra en las mismas o en peores condiciones que en ese año. Esto no permite cumplir con el artículo 41 de la Constitución Nacional que establece que "todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras".
La pregunta es entonces, ¿por qué sigue sin comenzarse la obra aun cuando el proyecto y su financiamiento ya están aprobados? "Porque la situación económica no da, eso termina siempre matando todas las buenas intenciones y grandes ideas, y menos en un país como este", eso es lo que expresó el arquitecto Marcelo Daneri cuando se le consultó la misma pregunta.
Y efectivamente esto es así. En octubre de 2019, cuando se suponía que la obra iba a comenzar, fue el momento de las elecciones y del posterior cambio de gobierno. Esto hizo que se frenara, además del contexto económico en el que se encontraba Argentina, que no permitía un endeudamiento de 72 millones de dólares. Pero este no fue el único motivo por el cual el proyecto no pudo realizarse. A principios del 2020, con la expansión del Coronavirus (COVID-19), la economía se complicó aún más. El dinero se empezó a destinar a organizar y a fortalecer el sistema de salud para evitar su colapso en el momento del pico del virus, además de que el aislamiento y sus distintas fases, perjudicaron a muchos sectores que no pudieron sostener su actividad económica. "Se cortó todo con las elecciones y ahora es momento de pandemia, por lo que no hay recursos y no hay plata. La pandemia provocó una reducción en la recaudación impositiva, por lo que por el momento la obra de la cárcel quedará parada y en la posibilidad", Marcelo Gramajo, vecino del barrio Parque Patricios.
El virus aún está lejos de expandirse completamente. "Lo que importa es la salud de los argentinos", es lo que expresó Alberto Fernández cuando decretó cuarentena obligatoria; así también como evitar que el sistema de salud no pueda sostenerse. Es por eso entonces que todas las obras, entre ellas la de la cárcel de Caseros, quedarán en un segundo plano hasta nuevo aviso.



¿Interés económico o interés social?
El Albergue Warnes, es un edificio que fue construido en 1951 y que se mantuvo hasta el año 1991, sobre la avenida Warnes, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Paternal. Representa un proyecto más que nunca se finalizó, con el derrocamiento de Perón en 1955 se paralizaron las obras originales que se pretendían hacer y el lugar fue abandonado. De manera que la gran estructura pasó a ser tierra de nadie y ocupada por personas carenciadas en busca de un refugio.
Sin embargo, el 7 de Diciembre de 1991 se procedió a la demolición de las edificaciones por el método de implosión. Ahora bien ¿Qué es el método de implosión? Es un modelo de detonación mediante armas de fusión. En este caso, y en el intento con la cárcel de Caseros, se rodea la infraestructura de explosivos, que al explotar se comprime fuertemente, resultando en una masa crítica. Lo particular de estos métodos son los componentes químicos que entran en juego al momento de detonar una infraestructura como uranio o plutonio como combustible. De manera, que este método, por un lado resulta ser práctico, rápido y efectivo, pero por otro lado, tiene un alto componente tóxico que daña el ambiente, y en caso de ejecutarse en una ciudad, dañaría la integridad física de las personas dentro de un radio cercano, además de una nube de polvo, entre otros componentes, que afectarían los barrios.
Como se mencionó anteriormente el método de implosión es muy rápido, apenas unos segundos, de manera que económicamente es una opción más que viable. Sin embargo, en términos ambientales esta alteración violenta sobre un espacio puede traer consecuencias no favorables para el medio ambiente y las personas que viven cerca.
Consta de un procedimiento minuciosamente calculado y de gran tiempo de preparación. Se deben eliminar ciertos elementos de la estructura previamente a su uso, como vidrios, plásticos o elementos de valor. A pesar de esto, el procedimiento no está exento de que la explosión no pueda desprender escombros por los aires y atentar contra la salud de las personas o la estructura de sus hogares. Por otro lado, la explosión desprende una gran cantidad de humo, generada por el polvo y otros componentes propios de la explosión, que se forma de manera instantánea y permanece durante un tiempo prolongado (días o semanas).
Con respecto al caso del Albergue Warnes, el arquitecto Marcelo Daneri, vecino de La Paternal, en ese entonces, pudo constatar lo dañino que resultó ser esa nube de polvo que se apoderó del barrio durante varios días: "La pesadez del ambiente se volvió insoportable. Recuerdo que apenas se ejecutó la explosión la nube de polvo ya se podía empezar a sentir, hasta que luego llegó con mayor presencia durante los minutos posteriores. Se llegó a meter en las ventanas de los edificios y eso complicó las cosas aún más".
Desde una mirada más profesional, Marcelo Daneri cuestiona este método de demolición en las zonas más urbanizadas en las que hay una gran presencia de vecinos. Por otro lado, también nos brindó información sobre los autorizados a recurrir a estos métodos en Argentina: "Quienes están a cargo son dos empresas privadas y el ejército" reforzando la idea de que es un método poco habitual y que solo pocos sectores tienen permiso para ejecutarlo.
Cabe destacar que el Albergue Warnes fue el único edificio urbano que se demolió por explosión y las consecuencias, referido específicamente a lo ambiental y a las personas del barrio, la experiencia no fue óptima para replicarla en otra ocasión. Es por eso, que en el año 2001 se frenó, por parte de los vecinos, la posibilidad de utilizar el método de implosión y reorientarla hacia el proceso "pico y pala", que por supuesto, requiere de mano de obra y que llevará mucho más tiempo.
El debate sobre la aplicación del método desprende varias vertientes que deben alinearse desde diferentes perspectivas. Verlo desde un lado económico sería una opción más que favorable, teniendo en cuenta el ahorro de recursos que implicaría otro método. En términos de tiempo no habría debate alguno, ya que consta de escasos segundos. Sin embargo, si lo analizamos desde perspectivas más relacionadas al ambiente y salud, este procedimiento no parece tener las características más adecuadas para preservar la salud de las personas y la contaminación del espacio público.
Por lo que es necesario resaltar este aspecto para poder plasmar cuáles son las prioridades a la hora de accionar sobre cierta actividad en relación a una obra pública. Si, efectivamente, los intereses económicos y prácticos están por encima del interés social y ambiental. Además de resaltar las leyes pertinentes, como por ejemplo, la evaluación del impacto ambiental que resultan ser el amparo de estos aspectos que no parecen tener protagonismo a la hora de pensar en disminuir gastos y reducir tiempos.


